domingo, 21 de mayo de 2017

Esquizofrenia 2.0

     Una pila de libros a punto de caer la distrae del verdadero problema que es el tener que esconder el cuerpo. Un golpe exacto evitó la pesadilla de sangre corriendo; no hubo notificación en la red, sólo miles de mensajes de persuasión. 

     La serenata en segundo plano, atisbo del funeral, se confunde con las sirenas de todas las patrullas de la ciudad que llegan sin demora. Existen dos opciones reales y una irreal para escapar.  Las portezuelas que se cierran violentamente persiguen los pasos de los policías quienes entran al edificio. La marcha se detiene frente a la puerta que se desploma tras un breve silencio. Con el cañón frente a ella, queda sólo una de las opciones reales y la irreal. El suicidio ya no es posible porque la ventana está trabada. La primera agente en respirar tras ella huele a canela, como si el dinero estuviera a pesar de no estar. El arma exhala plata y se imagina ser licántropo. Enseña los colmillos para sí pero le remuerde la idea de ser vista por el reflejo de la misma ventana que no abrió. 

     Existe ya sólo una opción real para escapar. La irreal desaparece al no abrirse el portal mágico que deseaba. Voltea la cabeza y muestra ahora sin pena los colmillos. La policía aún quieta no deja de apuntar con su arma.  El tocadiscos vintage suena y ella sonríe. 

     Un vidrio la divide del último recuerdo, aquel cuando Said la miró con amor. Lo ha guardado por años como la única manera de sostenerse entre tantos días extraños. Recuerda las últimas horas a su lado. Las horas antes de irse a vivir a casa de la mujer quien ahora yace a sus pies. Un salto precede el disparo que atina a su cabeza. Cae sobre la mesa de centro y destruye  la campana de cristal cortado. Hubo una posibilidad real para escapar y la ha utilizado en un "en vivo". Las voces se callan. 


Jorge Sandoval

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